miércoles, 26 de julio de 2017

3 claves para definir objetivos claros y concisos



Los objetivos son una parte fundamental de nuestra vida. No solo nos ayudan a focalizarnos en las tareas que realmente nos interesan sino que también nos permiten trazarnos un plan de acción. Además, nos aportan la energía adicional que muchas veces necesitamos para continuar adelante con una empresa. De hecho, numerosos estudios en el ámbito de la psicología han demostrado que las personas que tienen objetivos claros suelen tener más éxito en su vida y son más felices que los que no tienen bien definidas sus metas.

Sin embargo, por diversos motivos, a veces nos cuesta definir claramente nuestros objetivos y trazarnos un plan de acción, lo cual puede terminar afectando nuestros sueños y metas. Por ejemplo, si no tenemos claro a qué universidad queremos ir y por qué carrera nos decantamos, es muy probable que terminemos encontrando una oferta laboral que nos haga desistir de ir a la universidad o que escojamos una carrera que no era para nosotros. En cualquiera de ambos casos podemos terminar arrepintiéndonos con el paso de los años.

Para evitar convertirnos en víctimas de situaciones como esta existe una estrategia muy sencilla y útil: proponernos objetivos claros y concisos que nos indiquen hacia dónde queremos ir y cómo llegar.

¿Cómo avanzar en tus objetivos sin morir en el intento?

1. Proponte objetivos directos y medibles. La clave para tener objetivos realistas y concretos radica en expresar claramente lo que deseas lograr, dividiendo la meta general en objetivos más específicos. Por ejemplo, si te planteas terminar el curso con buenas notas pero no concretas ese objetivo, probablemente no lo consigas. 

Por eso, deberías plantearte objetivos más claros y que sean medibles, como por ejemplo: estudiar dos horas más al día, estudiar con los amigos al menos dos veces por semana o repasar el contenido de las clases todas las noches.

2. Pon un límite de tiempo para cada objetivo. Cuando nos proponemos un objetivo sin definir un tiempo específico para cumplirlo, corremos el riesgo de gastar recursos y energías en un propósito que quizá no podamos lograr. 

Es cierto que a veces resulta difícil ponerle un límite de tiempo a un objetivo, sobre todo si se trata de una meta importante para nosotros, por eso lo ideal es que te propongas un plazo aproximado y, llegado ese momento evalúes lo que has alcanzado en pos de tu objetivo y cuán pertinente es que continúes trabajando en ese sentido.

3. Sé flexible. Aferrarse a un objetivo, incluso cuando nuestro entorno ha cambiado, no solo nos hará perder un tiempo muy valioso sino que, probablemente, no nos conducirá a ningún sitio. Cuando las circunstancias cambian es importante ser lo suficientemente flexibles como para cambiar nuestros objetivos y adaptarlos a las nuevas condiciones. 

De esta manera, tendremos objetivos más realistas y por ende, nuestras probabilidades de alcanzarlos serán mayores. Retomando el ejemplo anterior, si al estudiar varias veces a la semana te percatas de que puedes vencer el contenido con facilidad puedes matricularte en otra asignatura para incursionar en nuevas áreas del conocimiento.  
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viernes, 21 de julio de 2017

3 malos hábitos que ralentizan tu lectura


En la actualidad vivimos bombardeados constantemente por un gran cúmulo de información, desde los comentarios en las redes y las noticias de la prensa hasta los estudios que aparecen continuamente en Internet sobre los temas más variopintos. De hecho, contamos con tanta información que probablemente no seamos capaces de leer ni siquiera dos tercios de ella a lo largo de toda nuestra vida. Para que tengas una idea, en tan solo dos días se generan unos 5 exabytes de información única, aproximadamente 5000000 terabytes.

Obviamente, esto nos obliga a aprender a leer cada vez más rápido, al menos si queremos asimilar la mayor cantidad de información en el menor tiempo posible. Sin embargo, hay veces en las que nuestros hábitos de lectura en vez de ayudarnos, ralentizan nuestra forma de leer. He aquí algunos de los hábitos que deberías evitar si tu objetivo es leer más deprisa.

¿Quieres leer más rápido? Tres hábitos de lectura que debes evitar

1. Leer en voz baja. Repetir palabra por palabra en voz baja mientras lees ralentiza significativamente tu ritmo de lectura. Lo que sucede es que el lenguaje funciona de forma más lenta que nuestro pensamiento, es decir, solemos pensar más rápido que lo que hablamos. De manera, que cuando activamos nuestro lenguaje nuestro cerebro se ve obligado a enlentecer el ritmo de la lectura. 

La solución: dejar de leer de forma automática y empezar a centrarte en la lectura de forma consciente para que puedas ponerle coto a las repeticiones en voz baja.

2. Leer palabra por palabra. Leer palabra por palabra, interpretando el significado de cada una, es una estrategia muy útil cuando lees por placer, pero cuando el objetivo es asimilar la mayor cantidad de información en el menor tiempo posible, este no es el mejor método para lograrlo. Al igual que repetir las palabras ralentiza la lectura, cuando lees palabra por palabra también lo haces mucho más lento. 

En cambio si mientras lees agrupas varias palabras de una misma frase para darle un sentido no solo captarás más rápido la esencia del texto sino que también leerás más velozmente. De hecho, se ha demostrado que leer agrupando las palabras de tres en tres, triplica tu velocidad de lectura.

3. Volver sobre lo leído. Muchas personas tienen el hábito de volver sobre lo leído una vez que han terminado la frase. Obviamente, si tu objetivo es comprender en profundidad dicha frase esta puede ser una buena estrategia, pero si lo que quieres es avanzar rápido en la lectura, regresar sobre lo leído no te ayudará. De hecho, cuando vuelves atrás para releer una palabra o frase no haces sino interrumpir tu ritmo de lectura y, lo que es aún peor, el hilo de tu pensamiento. 

Como resultado, no solo leerás más lento sino que, probablemente, tendrás que regresar al punto de análisis en el que te habías quedado. Afortunadamente, con un poco de práctica puedes evitar este mal hábito.  
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sábado, 8 de julio de 2017

Herramientas para estudiar de forma inteligente


En ocasiones, aprender de memoria un contenido puede ser útil, como cuando debemos prepararnos para el guión de una obra o reproducir en un mapa los países de nuestro continente. Sin embargo, cuando se trata de aprender un nuevo concepto o teoría, memorizarlo no siempre es la mejor alternativa. A la larga, terminaremos olvidando el contenido y, lo que es peor, habremos desperdiciado horas de estudio sin aprender nada nuevo.

En estos casos la mejor alternativa consiste en comprender e interiorizar el tema que estamos estudiando. Y con comprender no me refiero exclusivamente a entender gran parte de las explicaciones de un tema en particular sino a apropiarse de la esencia del contenido, a tener un “insight” e interiorizar realmente lo que estamos estudiando. En un primer momento puede parecer una tarea muy compleja, pero lo cierto es que es solo cuestión de práctica y de contar con algunas herramientas para aprender a hacerlo.

Tres habilidades que te ayudarán a ser más productivo en tus sesiones de estudio

1. Evita las distracciones. En la actualidad vivimos bombardeados continuamente por cientos de estímulos, que en lugar de ayudar a concentrarnos en las tareas importantes, nos hacen distraernos con mucha facilidad. Basta que te detengas cinco minutos a revisar los mensajes de Whatsapp o el email para que pierdas el hilo de lo que estabas estudiando y te desconcentres, lo cual no solo te hará perder la idea que tenías en mente sino también el proceso de análisis que habías puesto en marcha. 

Para evitar que esto ocurra y que puedas mantenerte concentrado al 100%, lo mejor será que desactives las alertas de tu teléfono y que evites esos ruidos que tanto te molestan. Y, a no ser que la música te ayude a concentrarte, también deberías prescindir de ella mientras estudias.

2. Identifica el contenido esencial. Filtrar el contenido secundario y descifrar la idea central del tema que estás estudiando te permitirá llegar a su esencia y, consecuentemente, comprenderla con más facilidad. Cuando logras simplificar el contenido y reducirlo a su mínima expresión es más sencillo comprender las relaciones entre los diferentes conceptos ya que de esta manera, tu mente es capaz de establecer nexos de forma más directa. 

Una estrategia para que aprendas a destacar lo más importante de lo intrascendente consiste en leer todo el párrafo o el capítulo e ir tachando los elementos separados por coma o las oraciones explicativas, es decir, las que fuera del contexto carecerían de sentido.

3. Representa gráficamente el tema. Visualmente, nos resulta más sencillo captar una idea que vemos reflejadas de forma gráfica que ese mismo contenido explicado de forma abstracta. De hecho, este suele ser un método que se utiliza comúnmente en los libros de texto para ejemplificar muchos de sus contenidos. Lo que sucede es que nuestro cerebro procesa mejor el contenido gráfico ya que los elementos suelen ser muy sintéticos y se estructuran siguiendo un orden lógico. 

Por tanto, una buena estrategia para aprender mejor y más rápido los temas consiste en representar gráficamente los elementos más importantes de la idea central. Puedes escoger la estructura que te resulte más cómoda, basta que seas capaz de entender luego las relaciones entre las diferentes variables.  
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viernes, 30 de junio de 2017

¿Cómo aumentar tu productividad? El secreto de la primera hora


¿Cuántas veces has dedicado toda una tarde a estudiar, pero apenas has avanzado en el contenido? ¿En cuántas ocasiones te has propuesto terminar de repasar un tema en un día y al llegar la noche apenas has pasado de la primera página? Se trata de una situación bastante común que nos ha sucedido a todos en algún momento, sobre todo en esos días en los que nuestra motivación por estudiar está por los suelos.

Sin embargo, cuando esta situación empieza a repetirse una y otra vez, y en vez de ser un estado puntual se empieza a convertir en la norma, es momento de empezar a aplicar estrategias que te ayuden a mejorar tu productividad. Existen muchísimas alternativas con las que puedes sacarle el máximo de provecho a tu jornada, pero antes de querer convertirte en un gurú de la productividad personal, es mejor que empieces por un simple paso: organizar la primera hora del día.

La técnica de la primera hora

Muchas de las personas que saben gestionar bien su jornada utilizan esta técnica para aumentar su productividad. Esto porque se trata de una estrategia muy fácil de implementar y con la que puedes obtener excelentes resultados en muy poco tiempo, por lo que suele ser una alternativa ideal para quienes empiezan a aprender a gestionar su tiempo.

Básicamente, la técnica consiste en planificar la primera hora del día, empezando por las tareas más importantes y complicadas, esas que usualmente tendemos a postergar. De esta manera, es probable que consigas resolver ese problema o entender esos conceptos con más facilidad ya que tu cerebro tendrá un nivel de activación mayor y las ideas fluirán más fácilmente.

Además, el hecho de que termines al menos una tarea durante esa primera hora te dará una dosis extra de motivación para continuar con las demás actividades pendientes para el resto de la jornada.

¿Cómo aplicar la técnica de la primera hora?

1. Planifica la tarea más importante y compleja para la primera hora del día. Escoger cuál será la primera tarea del día no siempre es fácil, muchas veces nos vence la inmediatez y las prisas cotidianas y terminamos decantándonos por aquellas tareas que son más urgentes. Sin embargo, las tareas más urgentes no siempre son las que más recursos necesitan y es probable que terminemos consumiendo nuestras horas más productivas del día en actividades automáticas que pueden esperar. Cuando vayas a planificar la primera hora de tu día, decántate por las tareas más importantes, las más complicadas y las que menos quieres hacer. De esta manera, le sacarás el máximo provecho a tu productividad y, probablemente, también obtengas mejores resultados.

2. Establece una meta concisa para la primera hora de tu jornada. Si eres de las personas a las que no les gusta planificar toda la jornada, no es preciso que lo hagas, pero puedes proponerte una meta u objetivo para la primera hora del día. Este no solo te ayudará a mantenerte enfocado en la tarea que has planificado sino que también te aportará una dosis extra de motivación para el resto de la jornada. Por ejemplo, puedes proponerte comenzar a hacer la introducción de tu trabajo de curso durante cada primera hora de la semana. Lo ideal es que se trate de una meta concisa y que puedas cumplir sin problemas ya que si te trazas objetivos demasiado ambiciosos es probable que no puedas conseguirlos y termines perdiendo el interés.  


3. Antes de comenzar mímate con un pequeño capricho matutino. No hay mejor forma de estimular tu productividad durante la primera hora del día que con un mimo en la mañana. Es una forma muy efectiva para automotivarte, pero también es una manera de estimular tu autoestima y de invertir un poco en tu bienestar. Por tanto, antes de enfrascarte en tu primera tarea del día apuesta por darte un capricho, practica un poco de ejercicio, desayuna un pedazo de tarta de chocolate, escucha tu canción favorita o juega un poco con tu mascota. 
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jueves, 29 de junio de 2017

3 tareas que te hacen perder el tiempo, y a las que debes ponerle coto



Vivimos en un mundo muy caótico en el que estamos bombardeados continuamente por cientos de estímulos que lejos de ayudar a concentrarnos en las tareas realmente importantes, nos hacen distraernos con más facilidad. Y nuestra actitud tampoco ayuda mucho. De hecho, la mayoría de nosotros solemos revisar el móvil una media de 85 veces al día, a la vez que pasamos unos 336 minutos diarios frente a las pantallas de los ordenadores, tabletas o televisión.

Lo peor es que cada vez que revisamos Facebook, el email o nuestros mensajes en Whatsapp no nos percatamos de que estamos perdiendo un tiempo valiosísimo que no recuperaremos nunca. A la larga, posponemos las actividades que en verdad son importantes para prestarle atención a tareas insignificantes que terminan consumiendo nuestro tiempo, reduciendo nuestra productividad y cobrándonos un alto precio emocional. Obviamente, tampoco se trata de convertirnos en ermitaños sociales, pero es importante que aprendamos a gestionar bien nuestra cotidianeidad, concediéndole a cada tarea el tiempo que en verdad necesita.

El tiempo: Nuestro bien más preciado

El tiempo es uno de nuestros mayores tesoros por eso debemos dedicarlo a las tareas que realmente nos interesan o que nos aportan algo positivo. Y no me refiero exclusivamente a nuestras pasiones o gustos personales sino también a esas actividades que, aunque no las disfrutemos conscientemente, nos ayudan a crecer como personas. Por ejemplo, ¿cuántas veces has pensado que esas horas que dedicas a estudiar son en vano o que el rato que le dedicas a tu mascota es tiempo perdido?

Sin embargo, en realidad el tiempo que “gastas” estudiando no solo es una inversión para tu futuro profesional y personal sino que también te ayuda a comprender el mundo desde una forma diferente, a la vez que estimula tu desarrollo cognitivo. Asimismo, el tiempo que pasas con tu mascota se convierte en un aliciente emocional que te hace sentir mucho más pleno y feliz. Se trata de dos actividades completamente diferentes, pero que vistas desde un prisma diferente, nos pueden reportar un gran beneficio desde el punto de vista cognitivo o emocional.

Obviamente, la importancia que le concedemos a cada tarea varía de una persona a otra. Por eso, el primer paso para aprender a gestionar bien nuestro tiempo consiste en identificar las actividades que realmente nos interesan y benefician y aquellas que son un lastre para nuestro desarrollo personal. No obstante, existen algunas tareas de las que deberías mantenerte al margen en todo momento ya que además de consumir mucho tiempo y energía, afectan nuestra productividad.

Tres actividades que deberías eliminar de tu vida

1. Las tareas que siempre se han hecho así. “Es así, no hay otra forma de hacerlo”, “No inventes más, esto siempre se ha hecho así”. Es probable que en más de una ocasión te hayan dicho alguna de estas frases u otras similares mientras estabas enfrascado en una nueva tarea o proyecto. También es probable que hayas terminado cediendo ya que si “siempre se ha hecho así” y ha funcionado no hay motivo para cambiar ahora.

Sin embargo, es ese tipo de tarea las que consumen en vano un tiempo precioso de nuestra vida ya que al final nos terminamos convirtiendo en meros reproductores automáticos. Estas tareas no solo frenan nuestra creatividad sino que nos impiden aprender y desarrollar nuestras habilidades, así que lo mejor es mantenerlas al margen.

2. Las tareas que no aportan nada. Hay actividades que no aportan nada a nuestro desarrollo personal o emocional, y en cambio nos hacen gastar un tiempo invaluable, a la vez que consumen gran parte de nuestra energía. Al final estas tareas se convierten en una carga pesada sobre nuestros hombros y terminan cobrándonos una alta factura emocional porque la mayoría de las veces las hacemos por obligación, más que por placer.

Para algunos puede tratarse del tiempo que dedican a revisar el email mientras que para otros pueden ser las largas reuniones del consejo. De una u otra forma, son tareas que deberíamos evitar a toda costa y, en caso de no poder hacerlo, intentar sacarles el mejor provecho en el menor tiempo posible.

3. Las tareas que interrumpen las actividades más importantes. La mayoría de las actividades importantes suelen requerir mucho tiempo y dedicación, lo que hace que aparezcan esas otras tareas imprevistas que nos desvían de nuestro objetivo principal. ¿Cuántas veces has estado enfrascado en un gran proyecto y aún así has encontrado espacio para revisar el email, mirar tus mensajes en Facebook y responderles a tus amigos?

Son precisamente esas pequeñas tareas, a las que no les concedemos gran importancia, las que terminan desviando nuestra atención y haciendo que perdamos un tiempo muy valioso. De hecho, ¿sabías que cada vez que te distraes tardas 23 minutos y 25 segundos en volver a concentrarte? Obviamente, a no ser que sea necesario, no vale la pena perder todo ese tiempo en tareas que pueden esperar.





Mark G., Gudith D. y Klocke U. (2008) The Cost of Interrupted Work: More Speed and Stress. Pubicado en: Proceedings of the SIGCHI Conference on Human Factors in Computing Systems, 107-110.
Andrews S., Ellis DA., Shaw H. y Piwek L. (2015) Beyond Self-Report: Tools to Compare Estimated and Real-World Smartphone Use. Publicado en: PLoS ONE 10 (10).

Mary Meeker (2017) Internet Trend 2017- Code Conference. Publicado en: KPCB http://www.kpcb.com/internet-trends
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martes, 27 de junio de 2017

3 errores garrafales que cometemos al tomar nota



Los días en los que tomábamos apuntes a mano ya son historia. Los Smartphones, las tabletas y los ordenadores han llegado para sustituir la caligrafía manual y facilitarnos el trabajo haciendo que tomemos nota de forma más rápida y eficaz. De hecho, ya existen aplicaciones como Paper y Penultimate que incluyen además diversas opciones para acceder a los escritos con más facilidad, buscar palabras específicas y hasta diseñar gráficos. 

Podríamos pensar entonces que al ser más fácil resumir los contenidos de una clase o conferencia, nos hayamos convertido en verdaderos expertos en tomar apuntes. Sin embargo, lo cierto es que no ha sido así porque independientemente de que contemos con mejores herramientas, seguimos siendo nosotros los principales gestores de esta técnica de estudio.

Tomar nota: Un ejercicio complejo

Tomar apuntes es mucho más complejo de lo que parece a primera vista. No solo se trata de reproducir de forma sintética un contenido sino que también implica comprender el tema, resumir cada una de las ideas y darles un orden lógico de manera que formen un todo perfectamente articulado y con un sentido claro. Obviamente, este proceso involucra distintas funciones cognitivas, desde nuestra atención para focalizarnos en el tema y nuestra capacidad de análisis para entender cada idea hasta la habilidad para sintetizar el contenido y darle un sentido coherente a cada palabra o frase.

Para tomar buenas notas no basta con ser un excelente copista, es necesario contar con algunas habilidades que nos permitan descifrar la esencia del tema para posteriormente poder resumirla. Y esto es precisamente lo que diferencia unas buenas notas de unas incomprensibles. Afortunadamente, estas habilidades pueden aprenderse y con un poco de práctica es posible condensar todo el contenido de una clase o conferencia en unas líneas sencillas que nos permitan captar inmediatamente la esencia, incluso varias semanas después.

Los errores más frecuentes al tomar nota

1. Copiar textualmente. ¿Tomas nota usando las mismas palabras de tu profesor en clase? ¿Copias los apuntes de tu compañero usando sus mismas frases? Un estudio realizado por expertos de la Universidad Autónoma de Barcelona desvela que aproximadamente el 80% de los estudiantes universitarios lo hace. Sin embargo, este es uno de los errores más frecuente  que solemos cometer al tomar nota.

Tomar apuntes no se reduce a registrar pasivamente lo que se dijo durante la clase o conferencia sino que se trata de reelaborar con nuestras propias palabras todo lo que hemos entendido del tema en cuestión. Al copiar textualmente es probable que no entendamos que el significado de algunas palabras sino que también corremos el riesgo de no saber interpretar la esencia del contenido.

2. Tomar nota de todo. Muchos creen que la clave para tomar buen apuntes radica en copiar todo lo que el profesor o conferencista dice. Sin embargo, escribir todo lo que se dice puede ser una señal de que no estamos comprendiendo el tema y por tanto no somos capaces de sintetizar el contenido. Esto no hará sino dificultar la revisión de los apuntes cuando llegue el momento de estudiar.

Al tener apuntes tan largos no será difícil identificar lo realmente importante de lo intrascendente. De esta manera terminaremos asimilando información que nos servirá de mucho y que solo hará que nos compliquemos más intentando comprender el tema. En cambio, a nuestro cerebro le resulta mucho más fácil descifrar el contenido que ya ha tenido que procesar.

3. Escribir muy rápido. Solemos pensar que escribir rápido es una gran habilidad a la hora de tomar apuntes. Sin embargo, al escribir demasiado rápido no solo cometemos más errores sino que también nos resulta más difícil interpretar todo lo que estamos escuchando. De esta manera terminamos con notas demasiado enrevesadas que muchas veces no comprendemos.

En este caso es mejor darnos tiempo para comprender el mensaje central que nos trasmite el profesor o conferencista antes de ponerlos a copiar como locos. Una vez que hayamos captado la esencia no será más fácil escribirla de forma sintética y además, podremos interpretarla mucho más fácil cuando estemos estudiando.






Monereo, C. Carretero, R., Castelló, M., Gómez, I., & Pérez Cabaní, M. L. (1999) Toma de apuntes en estudiantes universitarios: descripción de las condiciones en un escenario específico. En J. I. Pozo y C. Monereo (Eds.), El aprendizaje estratégico, 219-236. Madrid/Santillana Aula XXI.
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