3 claves para definir objetivos claros y concisos
Los objetivos son una parte fundamental de nuestra vida.
No solo nos ayudan a focalizarnos en las tareas que realmente nos interesan sino
que también nos permiten trazarnos un plan de acción. Además, nos aportan la
energía adicional que muchas veces necesitamos para continuar adelante con una
empresa. De hecho, numerosos estudios en el ámbito de la psicología han
demostrado que las personas que tienen objetivos claros suelen tener más éxito
en su vida y son más felices que los que no tienen bien definidas sus metas.
Sin embargo, por diversos motivos, a veces nos cuesta
definir claramente nuestros objetivos y trazarnos un plan de acción, lo cual
puede terminar afectando nuestros sueños y metas. Por ejemplo, si no tenemos
claro a qué universidad queremos ir y por qué carrera nos decantamos, es muy
probable que terminemos encontrando una oferta laboral que nos haga desistir de
ir a la universidad o que escojamos una carrera que no era para nosotros. En
cualquiera de ambos casos podemos terminar arrepintiéndonos con el paso de los
años.
Para evitar convertirnos en víctimas de situaciones como
esta existe una estrategia muy sencilla y útil: proponernos objetivos claros y
concisos que nos indiquen hacia dónde queremos ir y cómo llegar.
¿Cómo
avanzar en tus objetivos sin morir en el intento?
1. Proponte
objetivos directos y medibles. La clave para tener
objetivos realistas y concretos radica en expresar claramente lo que deseas
lograr, dividiendo la meta general en objetivos más específicos. Por ejemplo, si
te planteas terminar el curso con buenas notas pero no concretas ese objetivo,
probablemente no lo consigas.
Por eso, deberías plantearte objetivos más claros
y que sean medibles, como por ejemplo: estudiar dos horas más al día, estudiar
con los amigos al menos dos veces por semana o repasar el contenido de las
clases todas las noches.
2. Pon
un límite de tiempo para cada objetivo. Cuando nos proponemos un
objetivo sin definir un tiempo específico para cumplirlo, corremos el riesgo de
gastar recursos y energías en un propósito que quizá no podamos lograr.
Es
cierto que a veces resulta difícil ponerle un límite de tiempo a un objetivo,
sobre todo si se trata de una meta importante para nosotros, por eso lo ideal
es que te propongas un plazo aproximado y, llegado ese momento evalúes lo que
has alcanzado en pos de tu objetivo y cuán pertinente es que continúes trabajando
en ese sentido.
De esta manera, tendremos objetivos
más realistas y por ende, nuestras probabilidades de alcanzarlos serán mayores.
Retomando el ejemplo anterior, si al estudiar varias veces a la semana te
percatas de que puedes vencer el contenido con facilidad puedes matricularte en
otra asignatura para incursionar en nuevas áreas del conocimiento.